top of page

Septiembre de 2013

La vuelta al cole

Estoy más que acostumbrada a preparar la vuelta al cole de mis dos hijos, pues Carlota, la mayor, ha cumplido ya los trece y soy una veterana en ello.

En la medida que puedo me gusta comprarles material bonito para empezar el nuevo año escolar. Me encanta el olor a lápices nuevos o a gomas Milán por estrenar, y he sentido en más de una ocasión esas mariposillas que crean los nervios al revolotear por el estómago cuando los acompaño a la escuela el primer día de clase y pisamos juntos esa aula nueva donde, tras animarlos fervorosamente a encarar la nueva aventura de ese curso, me despido de ellos con una sonrisa de oreja a oreja pese a vislumbrar, en ocasiones, una cierta expresión de desaliento en su mirada.

Este año, sin embargo, todo es muy distinto. Carlota va a emprender una aventura única y emocionante, y por primera vez en nuestras vidas, vamos a estar separadas durante un larguísimo curso escolar. Se va a Madrid interna en una de las mejores escuelas internacionales del país, y tan solo podremos vernos durante las vacaciones de Navidad, de Semana Santa y de verano.

 

Cuando supe de la existencia de esta posibilidad del internado, pese a estar la relación entre mi hija y yo en horas más que bajas pues esto de la adolescencia es muy duro para ambas partes, mi primera reacción fue la de no aceptarla. No por nada en concreto, quizás llevada más por el desconocimiento que por otra cosa, pero la idea de la reclusión estaba muy lejos en un principio del tipo de vida que quería para mis niños, y jamás pensé que llegaría a aceptar semejante ofrecimiento.

Sin embargo no dije un no tajante de entrada, pues quería tener el tiempo suficiente para meditar esta decisión a consciencia. Entré en internet, busqué la escuela y examiné sus características, y entonces supe sin dudarlo que era una ocasión única e irrepetible que mi hija debía aprovechar. Ni en el mejor de mis sueños podría haber hecho frente a los gastos que supone la escolarización en un centro tan exclusivo, y puesto que un ángel se había brindado a correr con ellos, que en contadas ocasiones en la vida te cruzas con personas que son como ángeles, no podía negarme a ello. Me convencí a mí misma que no debía anteponer la pena que sentía por la separación a la magnífica formación académica que recibiría mi hija durante los años venideros, y una vez más, contemplando la alegría y las ganas con las que recibió la noticia Carlota, antepuse mis sentimientos de madre en pro de su felicidad.

Ya nos quedan muy pocos días para estar juntas, y los estamos aprovechando para hablar mucho, llorar un poco y para enseñarle a crear su nueva página web a modo de diario, donde colgará fotos y explicará sus aventuras en los Madriles, un blog al que estoy segura voy a entrar día si y día también siguiendo de una forma un tanto compulsiva, e incluso hasta diría que obsesiva, todas sus nuevas experiencias.

 

"Hija, pásatelo bien, demuestra que mereces esta oportunidad estudiando al máximo, saca muy buenas notas que tu eres capaz de eso y de mucho más, haz un millón de nuevos amigos, pórtate bien y no hagas nada de lo que tenga que avergonzarme, vive la aventura al doscientos por cien y, sobre todo, llámame enseguida si tienes algún problema o si algo no marcha demasiado bien..."

 

¡¡¡Aggg!!! Dios mío, dame fuerzas para que no ande yo llorando por las esquinas cuando le diga adiós ni cuando piense en ella cada mañana de cada día de este pesaroso y largo año. Y ante todo, cuídamela, mucho no, lo siguiente.

La vida, que es como un tango y ahora desprende una melodía apasionante para ella y un tanto triste para mí. Sin embargo, me gusta que nos sorprenda, y voy a dejarme llevar gustosa por el devenir cediendo ante la magia que nos envuelve, toda ella tejida de sorpresas inesperadas y de padrinos excepcionales que son todo sabiduría y corazón.

Como hacer del desayuno o de la merienda un juego magnífico.

AVISO A NAVEGANTES (es decir, a la familia y a los amigos de Carlota): la dirección de su blog, que es precioso y que se ha currado mucho, es la siguiente

http://carlotalottie.wix.com/me-cambio-de-vida

Cuando los niños van al cole, el desayuno y la merienda son una parte de la alimentación diaria fundamental.

En la clase de mi hijo Ayyar, como aún son muy pequeños, reservan dos momentos especiales para llevar a cabo dichas comidas. Están monísimos, todos sentados a la mesa con sus tapers abiertos y un vaso de agua delante, charlando, compartiendo y riendo.

No sé muy bien el porqué pero todos los compañeros de mi hijo se pirran por comerse algo de la fiambrera de Ayyar, y se van acercando prudente pero firmemente hacia él hasta proponerle la posibilidad de un intercambio alimenticio. Otros optan por el siseo rápido y sin contemplaciones, y cuando Ayyar se da cuenta de la pérdida se echa a llorar totalmente desesperado, y o bien la profesora o yo misma tenemos que tomar cartas en el asunto.

Si queréis que vuestros hijos disfruten llevando a cabo estas rutinas alimentarias tan necesarias para su correcta nutrición, podéis optar por hacerles unos bocatas de ensueño que los dejarán boquiabiertos y que causarán la más sincera admiración entre sus compañeros de clase.

Aquí tenéis unas cuantas fotos para coger muchísimas ideas:

¡TENÉIS QUE VERLO!                                                                                            ¡NO OS LO PODÉIS PERDER!

COMO HACER UN PERRITO CALIENTE PASO A PASO:

Decorando con lavanda

Durante el mes de Julio y hasta finales de Agosto, en toda la zona del Mediterráneo y, sobre todo, en la Provenza francesa, se cortan y recolectan los campos de lavanda con la salida del sol, y los ramos de este arbusto se ponen a secar a la sombra durante varios días mientras manos expertas los van girando cada cierto tiempo.

Son campos espectaculares, de un morado intenso que sabe a cambio y a infinito, pues este color es el más indicado para conectarnos de forma abrumadora con nuestra espiritualidad. Favorece los cambios interiores, esos que provienen del alma, nos ayuda a meditar y a sanarnos mediante el equilibrio, y por eso nos es tan necesario en esas épocas de nuestra vida en que todo crece, se transforma o se remueve para renacer.

Junto al naranja es uno de los colores preferidos en la adolescencia, esa época de crecimiento en que se precisan cambios constantes, llenos de finales que abren las puertas a nuevos principios, llenos de duelos que necesitan ser sanados, llenos de individualismo y de dificultades, ya que nos ayuda a cicatrizar sufrimientos y propicia la paz interior.

LOS CAMPOS DE LAVANDA, SU RECOLECCIÓN Y SU SECADO:

GALERÍA DE IMÁGENES

(14 FOTOS)

¿SABÍAS QUE LA LAVANDA SE RECOLECTA CUANDO PIERDE LA FLOR Y SÓLO QUEDAN LOS CÁLICES?

Una vez seca, la lavanda pierde la intensidad en el color, se vuelve algo frágil y delicada, pero su aroma intenso persiste aún durante algunos meses más.

Un truco para que vuestro ramillete de lavanda luzca en toda plenitud es, una vez atado, cogerlo desde la base y, con sumo cuidado para que no se desprendan demasiados cálices, girar los tallos con ambas manos a la vez, cada una en el sentido contrario a la otra. El ramo se abrirá completamente, y ya podéis colocarlo en algún cesto o en algún jarrón, colgado boca abajo en algún rincón o reclinado encima de un mueble, que seguro que os decora la casa al mismo tiempo que os la perfuma. Si el ramo es lo suficientemente grueso, también podéis colocarlo derecho, apoyado sobre su base, como en la foto que os muestro a continuación.

Otro truco para que no pierda definitivamente su aroma, es ir rociándolo de vez en cuando con esencia de lavanda, y así no tendréis que andar cambiando el ramo año tras año si aún se sigue viendo bonito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si el proceso de secado ha sido el correcto, ese color algo desteñido y añejo, que personalmente me encanta, se mantendrá en el tiempo sin variar.

PEQUEÑAS DECORACIONES CON LAVANDA:

DECORANDO EN TONOS PÚRPURA Y VIOLETA:

DE TODOS ES SABIDO QUE LA LAVANDA SE UTILIZA EN LA COSMÉTICA,

PARA HACER SAQUITOS QUE NOS PERFUMEN LA ROPA EN LOS CAJONES,

SAQUITOS PARA EL TE                    Y PARA CALMAR EL CANSANCIO DE LOS OJOS,

O PARA HACER JABONES NATURALES QUE HUELEN A GLORIA.

PERO ¿SABÍAS QUE SE PUEDEN HACER RECETAS DELICIOSAS CON ELLA?

Tras haberos zambullido en el mundo de la lavanda, de sus propiedades y de los beneficios de sus tonalidades, si al ver las fotos os cogen unas ganas irrefrenables de ir a comprar algún ramo para crear un ambiente, dejaros llevar por el impulso, que la vida es más divertida si uno se entrega a la inspiración y, en este caso, es además muy asequible para todos los bolsillos. Podréis encontrar ramilletes de lavanda en las floristerías, y veréis que algunos vendedores las tiñen un poco para intensificar su color.

¡AHORA ES EL MOMENTO, PUES LA ENCONTRARÉIS RECIÉN CORTADA! 

(45 FOTOS)

(43 FOTOS)

(20 FOTOS)

"El viento, nuestro peor enemigo"

Hay un fenómeno metereológico implícito en el sufrimiento de toda gorda, y son los días de viento.

Acostumbramos a vestirnos con prendas anchas, de buena caída, que aunque no pueden dejar de evidenciar que, bajo ellas, hay toneladas de buen material, ayudan a disimular los antiestéticos caprichos de nuestra anatomía.

Podemos tener más o menos acierto en la elección de nuestra ropa, pero sea cual fuere el resultado final, es el que nos hace salir a esa calle repleta de miradas ajenas desalentadoras con la máxima seguridad en nosotras mismas.

Pero todo ello se va directamente al garete cuando al señor viento le da por soplar. ¡Y tiene tanta variedad de torturas!

Si sopla una ligera brisa, todo va bien. No hay nada que no pueda solucio-

narse con un imperceptible movimiento corporal que coloque de nuevo en su sitio esa chaqueta o esa blusa camisera, aunque ese gesto incómodo de recolocación llegue a parecer, debido a su reiteración, un tic de lo más patético. Pero si sopla un viento algo más intenso, todo se va irremisible-

mente al traste. Allí no hay recolocaciones que sirvan y sale a relucir, sin piedad alguna, nuestra voluptuosidad en todo su esplendor.

Tenemos el viento que sopla de cara. ¡Como mínimo va de frente, el muy capullo! Y nos marca toda la zona del vientre y del bajo vientre como si de un globo sonda se tratara. Esculpe toda la majestuosidad de esa bola enor-

me que es nuestro barrigón con todo detalle, marcando sus dunas y sus pliegues en las zonas que se ahogan con las gomas del pantalón. Y si has tenido alguna operación de cesárea, como es mi caso, descubre al resto de los mortales que también se puede llegar a tener esa majestuosidad en la versión de pelota caída por encima de la pelvis. ¡Un auténtico y desalentador desastre!

Después tenemos el viento que sopla de espaldas, un cabronazo al que le gusta pillarnos desprevenidas y que nos ayuda a dar una clase de anatomía gratis a nuestros vecinos de la magnitud de nuestro culo. Dibuja la curva exacta de todo su volumen y, si hay alguna cosa más angustiosa que el ángulo que crea ese culo con el final de nuestra espalda, es el que se une al principio de las piernas, que aunque no haya sufrido cesárea alguna, también puede ser penosamente caído. En mi caso, que sufro una escoliosis pronunciada en la zona del coxis, el principio de mi pandero se asemeja a una auténtica repisa, y en los días en que mi amigo se atreve a soplar de espaldas, parece que invite a todos mis semejantes a posar sobre ella los bultos que les sean demasiado molestos o pesados.

También tenemos un tipo de viento extremadamente traicionero que, por suerte, se da en muy pocas ocasiones. Es el que viene desde abajo y te levanta la ropa tipo Marilyn Monroe en la escena de la reja del metro. Este es el peor. Este es el que enseña, descorazona-damente, todas tus miserias, tus secretos y tus entrañas. Es el que descubre el final de ese pantalón o de esa falda con toda su goma elástica que se sitúa, al resbalar por el trayecto curvo de tu vientre, justo debajo de tus pechos. ¿Hay algo más miserable? ¿Hay alguna cosa más cruel en nuestra existencia que ser obligadas a enseñarnos tal y como somos de manera involuntaria?

Pues si. Hay algo peor. Existe el viento racheado que une, a golpetazos, el que te marca el barrigón, el culo, te levanta la camisa y, finalmente, te sopla de lado dibujando ese perfil al que ni tu misma eres capaz de enfrentarte.

Y, si a todo ello, le unes un pelo que se estremece hacia delante, hacia atrás, y sube y baja y da la voltereta sin red alguna, obtienes un resultado final imposible de mejorar. Y si, a más inri, la camiseta te ha quedado mal colocada al llegar al trabajo por culpa de ese alidado del diablo que se ha encargado de dejártela por encima de cualquier límite estéticamente razonable y vas enseñando, directamente, la panza o el pandero, pues imagínate el impacto visual que causas a tus compañeros de oficina.

Si todo eso le pasa a una delgadita, todos piensan que está extremadamente sexy dejando entrever ese cuerpo de infarto y esa melena "afro" mecida al viento. Pero en tu caso, gordita mía, sólo te queda una solución: hazte el harakiri.

 

Segunda entrega (la primera la hice en el mes de junio)  de otro fragmento del proyecto de libro que estoy escribiendo "La rebelión de las gordas" (o como sobrevivir sin la talla 38) (      Clara viñas 2012). Espero os haya divertido.

bottom of page